La alimentación emocional surge con la intención de obtener un sentimiento de bienestar mediante la ingesta de alimentos con el fin de afrontar situaciones que se nos presentan en la vida diaria.
Los estados emocionales influyen en la manera de alimentarnos y también a la inversa, debido a que los alimentos que consumimos para saciar la necesidad de hambre igualmente intervienen en cómo nos sentimos.
“…solamente conociendo los factores emocionales podremos reforzar hábitos saludables que nos permitan controlar el peso”

Por lo tanto, para alcanzar el equilibrio es importante organizar la forma en que nos alimentamos, así como identificar los factores emocionales que experimentamos. Para esto es necesario:
- Identificar las emociones y situaciones que nos llevan a comer.
- Tener presente que comer no soluciona la necesidad emocional.
- Realizar una lista de actividades para sustituir la necesidad emocional.
- Eliminar las emociones negativas o compartirla con una persona de confianza.
- Realizar actividad física para liberar estrés y tensiones.
- Si tenés dificultades para manejar la alimentación emocional busca ayuda profesional.
Es fundamental tener buenos hábitos de alimentación, ya que comer de forma inadecuada será, a largo plazo, perjudicial para nuestra salud. Por lo tanto, lograr un equilibrio entre la alimentación y el manejo de nuestras emociones es necesario para nuestra salud física y mental.
Fuentes:
- Peña, E. y Reidl, L. (2015). Las emociones y la conducta alimentaria. Acta de Investigación Psicológica, 5 (3), 2182 – 2193.
- Sánchez, J. y Pontes, Y. (2012). Influencia de las emociones en la
ingesta y control de peso. Nutrición Hospitalaria, 27 (6),2148 – 2150.

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