Se distinguen distintas sensaciones de hambre:
Hambre física: se sitúa en el estómago, y aparece de forma gradual después de varias horas sin comer. Tras la ingesta desaparece y sentimos plenitud y satisfacción. No genera sentimientos negativos.
Hambre emocional: se sitúa en la cabeza, y surge en cualquier momento de forma repentina. Existe preferencia por determinados tipos de comida. Sentimos hambre persiste a pesar de ingerir alimentos. Ante esto surgen sentimientos de culpa y vergüenza por comer excesivamente.
El hambre física es lo que experimentamos de forma natural.
El hambre emocional aparece cuando ingerimos alimentos al experimentar emociones negativas. Esta sensación de hambre surge en el “comedor emocional”, quien siente un fuerte deseo de comer con el fin de reducir esa emoción negativa.
Esto muestra una alteración cognitiva porque la persona piensa que para paliar las emociones negativas es necesario comer; pero también aparece una perturbación conductual, que sería la ingesta excesiva que lleva a cabo ante ese estado emocional. En este grupo también se encuentran las personas que por sus hábitos alimenticios han sido denominadas “comedores reprimidos” o “dietantes crónicos”. Estas personas se caracterizan por experimentar un temor exacerbado a ganar peso, restringiendo su alimentación por medio de dietas. Paradójicamente, bajo estas condiciones restrictivas, estos individuos aumentan sus niveles de ingesta sobrealimentándose.

De alguna manera la preocupación por nuestro peso y por nuestro cuerpo enmascara preocupaciones aún más profundas. Esto se convierte en un círculo vicioso de preocupaciones que no se resuelven y que frenan nuestra capacidad de crecer y desarrollarnos.
Se recomienda terapia cognitiva conductual como una alternativa para controlar mejor las emociones, una dieta sana y practicar ejercicio regularmente.
La Terapia Cognitivo – Conductual (TCC) es un tipo de psicoterapia que ayuda a la persona a entender sus sentimientos y pensamientos y a conocer cómo estos afectan en sus conductas. Además enseña a modificar la forma de pensar y/o actuar de una manera más funcional.

Fuentes:
J. L. Sánchez Benito y Y. Pontes Torrado. Influencia de las emociones en la ingesta y control de peso. Cartas científicas. Colegio Oficial de Farmacéuticos de Madrid (Vocalía de Alimentación y Nutrición). Madrid. España. Nutr Hosp. 2012;27(6):2148-2150
Lidia María Fernández Lucas. Influencia de las emociones en la conducta alimentaria. Revisión Narrativa. Facultad de Medicina. Universidad autónoma de Madrid
Servián Franco Fatima.¿ Cuál es el vínculo entre emoción y alimentación? La mente es maravillosa. 16 de Febrero de 2020
