3 Ingredientes Claves para tu Alimentación

Comer no es un hecho meramente fisiológico cuya única finalidad es cubrir los requerimientos nutricionales y asegurar la supervivencia del individuo.

La conducta alimentaria es un constructo multifactorial que si bien obedece a la satisfacción de una necesidad fisiológica, también se basa en pautas socioculturales que determinan las

preferencias y el patrón de consumo de los alimentos. Forma parte del conjunto de factores culturales, sociales, psicológicos, religiosos, económicos y geográficos que integran un determinado grupo social. En algunas culturas como la nuestra, la comida es parte importante de las celebraciones que regularmente generan emociones agradables.

Se ha comprobado que hay tres componentes que afectan la elección de los alimentos:

  1. Cognitivo: Nuestro psiquismo está formado por un mundo en el que se interrelacionan permanentemente las emociones y los pensamientos. 

Nosotros decidimos qué comer y en qué momento hacerlo. Podemos comer cuando percibimos que tenemos hambre o decidir cuánto comer según el valor nutricional del alimento o según nuestro estado corporal y/o emocional de ese momento. Esto se ve claramente cuando una persona lleva una dieta restrictiva autoimpuesta, porque la presencia de una emoción negativa conlleva el abandono circunstancial de la dieta. Esta falta de control se debe a una limitación en la capacidad cognitiva, donde la atención sobre la dieta se desvía por un estímulo urgente.

2. Conductual:  Podemos no darnos cuenta de los cambios en nuestra conducta alimentaria como consecuencia de nuestros estados emocionales. Así, nuestro apetito puede verse alterado con facilidad cuando nuestra vida cambia y hay que asumir nuevos retos. Ante esto podemos intentar compensar, con excesos o defectos de la comida, un vacío insoportable más ligado a necesidades psíquicas que biológicas.

3) Afectivo: Los estados emocionales y de ánimo pueden influir en la conducta alimentaria, y a su vez la alimentación puede modificar las emociones y estados de ánimo.  

Esto se observa claramente en los comedores emocionales ya que incrementan el consumo de los alimentos en respuesta a emociones desagradables; pero también incorporan en aumento ante las emociones agradables. Experimentar emociones agradables durante la alimentación, es favorecer el acercamiento o aproximación hacia los alimentos y así experimentar sensaciones placenteras que ocurren como consecuencia de comer.

Las personas que padecen trastornos de la conducta alimentaria, pueden experimentar emociones desagradables antes y después del consumo de los alimentos. Como emociones

antecedentes, se han identificado: enojo, sensación de vacío, desesperación, preocupación e insatisfacción. Como emociones consecuentes, se han identificado: culpa, vergüenza, arrepentimiento, remordimiento y autodesprecio. 

Actualmente no se conoce claramente el proceso mediante el cual las emociones afectan la conducta alimentaria pero hay distintas hipótesis:

  • Las emociones desagradables inducen la alimentación para regular dichas emociones: Hay personas que utilizan la alimentación como una forma de reducir sus emociones negativas. Los alimentos altos en azúcar y grasa son más eficaces para aliviar las emociones negativas, mientras que los alimentos bajos en calorías incrementan las emociones positivas cuando estas ya están presentes.
  • Las emociones intensas suprimen la ingesta de alimentos: La reducción de la ingesta ante una situación de estrés parece ser una respuesta natural adaptativa. Las causas se generan tanto en el plano conductual (por desactivación y aislamiento del entorno) como en el fisiológico (por inhibición de la motivación a través de distintas respuestas asociadas). Por otra parte, se sabe que el estrés retrasa la absorción de glucosa y el tránsito intestinal, interfiriendo así en la digestión.
  • Las emociones agradables y desagradables dificultan el control cognoscitivo de la conducta alimentaria: La tristeza, por ejemplo, está asociada a la reducción de la actividad motora, el enlentecimiento de los procesos cognitivos, y una pérdida de interés y falta de disfrute de actividades placenteras (anhedonia) mediado por neurotransmisores. Al contrario, la alegría se asocia con un incremento en la capacidad de procesamiento y percepción de estímulos y con el hecho de implicarse en situaciones placenteras.
  • El control de la elección de los alimentos depende de las emociones inducidas por el propio alimento. La experiencia con un alimento placentero puede provocar una fuerte respuesta emocional de deseo o ansia por determinado tipo de comida. Por otro lado y en el peor de los casos, esto puede desembocar junto a otros factores, en un trastorno de la conducta alimentaria.

En conclusión, este artículo permite comprender con mayor claridad la relación que hay entre las dos especialidades: Psicología y Nutrición. Los psicólogos podemos ayudar a las personas a mejorar la adherencia a una dieta, ya sea para mejorar la imagen corporal, su autoestima o para controlar la ingesta excesiva o insuficiente de comida. Por otro lado el especialista en nutrición, deberá enseñar a los pacientes a identificar y regular sus emociones debido a que esto podría estar confundiendo las señales fisiológicas de hambre/saciedad con dichos estados emocionales. Es indispensable que el nutricionista tenga en cuenta este aspecto debido a que si sólo se centra en la ingesta de alimentos, calorías y variedades, estaría reduciendo el acto de comer a lo meramente fisiológico y como especificamos anteriormente la conducta alimentaria es un constructo multifactorial.

Fuentes: 

Menéndez, Isabel. Alimentación Emocional.

Peña Fernández, E. y Reidl Martínez, L. Las Emociones y la Conducta Alimentaria. Acta de Investigación Psicológica, 2015, 5 (3), 2182 – 2193. Universidad Nacional Autónoma de México.

Rodríguez- Santos, F.; Aranceta Batrina, J. y Serra Majem, Ll. Relación entre las emociones y la alimentación. Psicología y Nutrición, 2008. Ed. Elsevier Masson.

Publicado por Lorena Sánchez

Lic. en Psicología. Especialista en Psicoterapia Cognitiva Conductual.

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