Un mal comportamiento alimentario consiste en ingestas mal reguladas debido, en mayor medida, a las dificultades que la persona tiene al procesar sus emociones.
Aquí especifico algunos trastornos del comportamiento alimentario:
-El picoteo: aparece cuando comemos sin pensar y sin tener hambre. No hay una necesidad sino que comemos porque esa acción nos genera placer.


-El ansia: es una sensación imperiosa de hambre, pero sólo relacionada con alimentos concretos y que nos gustan. El ansia termina cuando calmamos el hambre.
No se vive con sentimiento de culpa (como aparece en una crisis bulímica), sino que aparece la sensación de satisfacción a las necesidades de nuestro cuerpo. Hay un aumento de serotonina por la ingesta o puede aparecer un descenso de la glucemia, es decir, del índice de azúcar en sangre, causado habitualmente por un régimen demasiado restrictivo.
Desde una perspectiva psicológica de puede decir que la persona «devora sus emociones con la comida».
-La manía al chocolate: La acción de consumir gran cantidad de chocolates puede deberse a carencias afectivas en la persona, o bien porque esta se aferra a una experiencia agradable del pasado. Se relaciona al chocolate con la bioquímica de las emociones porque se lo vincula con la sensación de placer o se lo puede asociar a determinadas vivencias de la infancia.

El chocolate activa la secreción de serotonina (el neurotransmisor del bienestar) por lo que sus diferentes compuestos genera cierto efecto emocional en la persona. Si bien es bueno permitirse disfrutar de un buen sabor, no se aconseja su uso excesivo. En todo caso es conveniente buscar la causa del malestar en cuestión o recurrir a otras fuentes gratificantes.
-El síndrome de la alimentación nocturna: Se caracteriza porque la persona se levanta por la noche y media dormida ingiere una importante cantidad de alimentos, generalmente de alto contenido en azúcares y grasas.
Al despertar suele casi no recordar esa situación y con frecuencia, las personas que lo padecen se muestran ansiosas, estresadas o coléricas.

-La hiperfagia: Se caracteriza por un exceso de la cantidad de comida en el plato y por el modo de llevársela a la boca (bocados grandes a un ritmo muy rápido y masticaciones breves). Las comidas tienen unas proporciones desmesuradas que van más allá de la saciedad del individuo y en dónde este se ve incapaz de parar de comer. Puede deberse a una característica familiar pero, por lo general, se lo relaciona con alteraciones del humor o trastornos afectivos como por ejemplo la ansiedad.

-La crisis bulímica: No sé asocia con una verdadera sensación de hambre, sino con un estado de malestar psíquico. Por lo general la persona busca estar sola para ingerir importantes cantidades de alimentos ricos en calorías y se interrumpe con la aparición de dolores físicos vinculados a la distensión del estómago, seguidos de vómitos. Suele mantenerse las emociones negativas como culpa y vergüenza ante esa acción.
Si sientes alguna similitud con estos trastornos del comportamiento es importante que consultes con un especialista en Psicología y en Nutrición.
