Se considera acoso personal a cualquier acto hostil u ofensivo, cualquier expresión o declaración despectiva, incluida la incitación a cometer esa conducta, que causa angustia a una persona. El acoso personal abarca muchas actividades, hechos y situaciones que pueden ocurrir en el lugar de trabajo. El tipo de comportamiento que puede causar angustia u ofensa va desde algo muy evidente, como la agresión física, hasta algo muy sutil, como la continua desautorización de un colega.
A menudo, una persona acusada de conducta acosadora puede no ser consciente del efecto que su comportamiento tiene sobre ciertas personas. Eso se puede deber a que el comportamiento es considerado común y aceptable en ese lugar de trabajo. Sin embargo, ninguna conducta que cause malestar a otro empleado es aceptable. Todos los empleados tienen que reflexionar sobre su propia conducta y la de sus colegas y pensar si será inaceptable u ofensiva. Para esto, es importante dar a los empleados una orientación clara sobre qué es y qué no es aceptable ya que cualquier forma de acoso personal es un delito grave.
Aunque muchas veces no se los denuncia a los acosadores, estos por lo general son bien conocidos en ese ambiente de trabajo y usan la agresión para conseguir sus propios fines. Ante un grupo de personas, suelen controlan y exigir en exceso, muestran desprecio por los demás, recurren al insulto y tratan de explotar a quienes tienen a su cargo para satisfacer sus propias necesidades. A veces, convencidos de su posición de dominio, hacen con placer comentarios maliciosos para denigrar a otros empleados, y realizan críticas injustas. Algunos pueden ser más sutiles, pero consiguen los mismos resultados usando como portavoces a personas fáciles de manipular. Si encuentran la oportunidad, ridiculizan los argumentos y las ideas de los compañeros y los muestran despiadadamente, poniendo en duda las aptitudes, el compromiso y la competencia de sus víctimas; incapaces de tolerar ninguna forma de humillación, disfrutan usándola como arma contra los demás.

¿Qué ejemplos hay de acoso laboral?
-Observaciones, comentarios despectivos o chistes.
-Contacto físico no deseado.
-Agresión física o verbal.
-Insinuaciones sexuales no deseadas.
-Comentarios bochornosos, amenazantes, humillantes, condescendientes o intimidatorios.
-Amenazas injustificadas de medidas disciplinarias.
-Debilitamiento de la autoestima de una persona.
-Estilo agresivo inaceptable del supervisor o jefe.
-Comentarios provocativos.
-Conductas o gestos insultantes.
-Llevar y traer chismes de un lugar a otro.
-Hacer de un empleado el blanco de todas las bromas.
-Comentarios de carácter personal en voz alta sobre un colega.
-Uso común del lenguaje ofensivo o comentarios insinuantes.
-Estilo agresivo de dirección.
En una época, la imagen dura y de superioridad servía a los directores de grandes empresas, pero ahora se la considera cada vez menos adecuada. Por esto, los directores suelen no mostrar con frecuencia una actitud intimidatoria agresiva directa en el lugar de trabajo, algo que sí parece ir en aumento entre personas de igual estatus. En vez de actuar como «matones», adoptan una actitud indiferente de “tómalo o déjalo”, que en muchos sentidos no es menos opresivo y humillante. Cuando los «matones» prosperan en las empresas, causan mucho daño. Al asustar o intimidar a sus subordinados les crean un estado de ánimo defensivo que sofoca la iniciativa y la innovación.
En las víctimas se combina la baja autoestima (esta aparece ante la dificultad en impedir la agresión); sentimientos de rabia hacia la institución de trabajo porque no los protege como correspondería; fuerte sensación de pérdida de la carrera o de placer en el trabajo que desencadena un bajo nivel en el rendimiento.
Lo expuesto anteriormente puede conducir a una extraña anomalía: «el matón que sigue funcionando bien aparece entonces rodeado de personas menos competentes y tiene más probabilidades que ellas de lograr un ascenso». Esta situación refuerza el sentido de superioridad del matón y le hace perder la poca sensibilidad que le quedaba hacia los sentimientos de los demás. A partir de ese momento deja de reconocer su comportamiento negativo y rara vez pide disculpas.
¿Qué hacer ante el acosador?
- Elegir el momento y el lugar adecuado: La confrontación debe desarrollarse en privado. El acosador debe estar desprevenido, sin “testigos” que formen parte de su círculo de admiradores.
- Especificar la conducta sin etiquetas: La víctima no debe emplear etiquetas como “no me gusta la forma en que me acosas”; con esta actitud, el acosador puede precipitarse contra la etiqueta y reinterpretarla a su modo. En vez de decir “deja de tomarme el pelo delante de mis colegas” probablemente el acosador dirá: “¿a qué te referís con que te tomo el pelo?». En vez de eso, hay que describir directamente la conducta indeseada y concreta: “no voy a tolerar que critiques públicamente mi trabajo. Si tenes algo que criticar, decimelo en privado”.
- Mantener la sencillez y la seguridad: Los acosadores suelen tener motivaciones arraigadas que respaldan su conducta y la reactivan.
- Describir las consecuencias: Por lo general, muchos directivos no reciben comentarios de sus subordinados en relación a las consecuencias que sus actos generan. El hecho de que la víctima se enfrente y plantee asuntos relativos a otras personas, indica al acosador que su conducta no se limita a una sola víctima en concreto.
- Reforzar el mensaje: Los acosadores tienen un público para su exhibición de abuso de poder y esto de algún modo refuerza su fama, por eso hay que aferrarse al tema planteado, indicando exactamente el tipo de reputación que está adquiriendo el acosador. Por ejemplo: “Sabes avergonzarme cuando me humillas públicamente, pero a lo mejor no sos consciente de que también vos te humillas». La gente interpreta esa conducta como debilidad, no como fortaleza. Aunque el acosador no esté de acuerdo, la idea ya se ha expuesto y le llamará la atención.
- Aportar alternativas: Ser capaz de generar atributos positivos a la conducta del acosador. Por ejemplo: “No siempre sos así; recuerdo que causaste muy buena impresión cuando…». Este tipo de declaración no sólo muestra al acosador que puede actuar de un modo diferente, más aceptable, productivo y beneficioso, sino que aporta a la confrontación una salida más agradable y tranquila.
- Recaudar apoyo: Cuantas más pruebas tengan las víctimas para fundamentar sus quejas contra el acosador, mejor.
- Anotar los incidentes: Llevar un registro detallado de los diversos incidentes y las circunstancias que los provocaron. Las anotaciones deben indicar también quién estaba presente en el momento de los incidentes; si eran de tipo humillante; y los antecedentes y sentimientos posteriores que generan esa situación.
¿Qué hacer ante el acoso laboral? En caso de acoso, se puede:
- Hablar con el propio acosador, o escribirle lo que ocurre, cómo uno se siente y la imagen que genera en el ambiente de trabajo.
- Presentar una queja informal ante su jefe con el fin de dejar por asentado lo que está ocurriendo en el trabajo.
- Hablar con un contacto especializado en acoso personal para recibir asesoramiento en cómo proceder.
- Presentar una denuncia ante el jefe de relaciones laborales.
- Llevar la denuncia a un tribunal laboral.
