Para saber si un niño tiene buena o baja autoestima es importante prestar atención a sus comportamientos y/ o comentarios sobre su desempeño o sobre sí mismo en general.
Los niños con baja autoestima suelen:
- ser muy críticos consigo mismos,
- sentirse inferiores en relación a los demás niños,
- focalizarse específicamente en aspectos negativos,
- dudar de que son capaces de hacer las cosas bien,
- carecer de autoconfianza y autovaloración.
Los niños que tienen buena autoestima suelen:
- animarse a enfrentar nuevos desafíos porque confían en que son capaces de lograrlo,
- desempeñarse asertivamente, ya que el creer en ellos le genera buenos resultados,
- sentirse orgullosos de las cosas que puede hacer,
- tener pensamientos positivos sobre sí mismos,
- aceptar sus errores sin mayores inconvenientes,
- sentirse seguros ante su accionar,
- sentirse valorados, queridos y aceptados por los demás.
La autoestima se construye a traves de diversas experiencia. La vamos desarrollando a lo largo de toda nuestra vida.
Saber esto es sumamente importante para no determinarnos (en el caso de la baja autiestima) y para mantener una autoestima sana (en caso de que sea buena).
Algunos consejos a tener en cuenta:
- Escuchar al niño, aunque no consideremos importante lo que tenga para decir.
- Comunicarme con el, hablar de cosas tanto importantes como superfluas.
- Demostrarle afecto de forma verbal y gestual.
- Repetirle que es una persona importante para nosotros.
- Brindarle estabilidad emocional, no amenazarlos con que si se portan de cierta manera lo vamos a querer más o querer menos.
- Brindarle serenidad, la paciencia es imprescindible para que pueda aprender a autoregular sus emociones.
- Ofrecerle oportunidades para desempeñarse independientemente.
- No sobreprotegerlo.
- No transmitirles nuestros miedos.
- Fomentar su autonomía.
- Motivarlo a que decida por él mismo y asuma riesgos.
- Motivarnos por lo que le gusta y/o le hace bien.
- Ayudarlo a que asuma responsabilidades, no responsabilizarnos nosotros por sus acciones ni privarlo de cometer errores.
- Enseñarle a delimitar objetivos personales.
- No centrarnos sólo en aquello que hace mal o que aún le falta desarrollar.
- Las críticas deben dirigirse a su comportamiento y no a su persona.
- No generalizar.
- No despreciar.
- Poner límites claros y firmes, sin ser autoritarios.
- Transmitirle que es una persona única e irremplazable.
- Aceptarlo y respetarlo como es.

El niño que fue aceptado y amado … es un adulto que se quiere a sí mismo… a pesar de sus defectos.
