STEVIA: Endulzante natural beneficioso para la salud

La Stevia es una planta de hojas verdes originaria de Sudamérica, las cuales han sido utilizadas durante cientos de años debido a su extrema dulzura y a los valiosos aportes que tiene para nuestra salud.

Este endulzante se ha vuelto muy popular dado que es hasta 300 veces más dulce que el azúcar blanco sin aportar calorías y sin los efectos secundarios negativos que tiene el azúcar en nuestro cuerpo, por estas razones son útiles especialmente en pacientes diabéticos o en tratamientos de descenso de peso.  Las hojas de la stevia, conocida como hierba dulce, se pueden utilizar como sustituto natural del azúcar para endulzar recetas de cocina y bebidas como infusiones, licuados, jugos, etc.

Propiedades medicinales de la stevia

  • La stevia aporta 0 calorías
  • Regula el azúcar en sangre y tiene efecto hipoglucemiante
  • Es fundamental en el tratamiento de la obesidad
  • Ayuda a reducir la ansiedad
  • Es una fuente natural de antioxidantes
  • Posee acción digestiva
  • Ejerce efecto hipotensor suave, favoreciendo para la hipertensión
  • Es antimicótica, dado que combate los hongos
  • Promueve una correcta salud bucodental, siendo adecuado para evitar caries
  • Tiene acción  diurética
  • Protege contra el crecimiento de células cancerígenas
  • Fortalece nuestras defensas
  • Aporta vitaminas (A y C) y minerales (Hierro, fósforo, calcio, potasio y zinc)

Tipos de stevia

Dependiendo el nivel de procesamiento y elaboración, la Stevia se puede encontrar de las siguientes formas:

Stevia en hojas: La forma más natural de consumirla. Es de 30 a 40 veces más dulce que el azúcar y también es ligeramente amarga al gusto.

Stevia líquida: Es aproximadamente 200 veces más dulce que el azúcar y no posee la amargura de la hoja. Posee un mayor procesamiento.

Stevia en polvo: Es la forma más sintética de consumir Stevia, ya que puede contener ingredientes GMO (genéticamente modificados) que pueden ser perjudiciales para la salud. Es de 200 a 400 veces más dulce que el azúcar y suele ser utilizada para cocinar.

Recomendamos usar siempre Stevia Ecológica, tanto si es la hoja de stevia como si es el extracto de stevia.

Cómo podemos usar la stevia en hojas

Con las hojas de la stevia puedes preparar un endulzante líquido para tenerlo siempre a mano a la hora de usarlo como sustituto del azúcar.

Esto se logra preparando una infusión con sus hojas:  Colocar 3 ó 4 hojas de stevia en una taza y añadir 150 ml de agua caliente, que no llegue a hervir. Tapar y dejar reposar 10 minutos. Luego usarlo donde se requiera.

También puedes cortar la hoja de la stevia y añadirla a la jarra o botella de agua que lleves contigo para ir a estudiar, a trabajar, para hacer deporte, etc. y así dar un toque dulce y agradable al agua.

Contraindicaciones de la Estevia

No se conocen mayores contraindicaciones de la stevia.

No obstante, si es alérgico,  hipertenso o  estás bajo tratamiento farmacológico, consulta con tu médico y/o tu farmacéutico.

Como todo alimento siempre es importante controlar su consumo: no al exceso, sí a la medida, aun cuando se trata de un endulzante natural.

Insulina:  Protagonista esencial en la adicción al azúcar

Así como explico la Lic. Lorena Sanchez en el artículo “Azúcar Adictiva”, muchas personas refieren que cuando empiezan a comer alimentos con azúcar no pueden parar de comer esos alimentos. Además de los factores mencionados por la licenciada, hay un factor fisiológico hormonal que nos lleva a esta adicción de manera involuntaria.  En este artículo les voy a explicar que es lo que sucede orgánicamente en el cuerpo que hace que no podamos frenar la adicción a los dulces.

Primero vamos a conocer a la protagonista de esta historia: La insulina

La insulina es una hormona producida y liberada en la sangre por el páncreas, cuyas funciones son: regular el azúcar en sangre, controlar el almacenamiento de grasa, dirigir el flujo de aminoácidos, los ácidos grasos y los hidratos de carbono y colaborar en el control del apetito. Pero la insulina tiene su lado oscuro, dado que demasiada insulina causa problemas para la salud, siendo un factor de riesgo para la hipertensión, obesidad y colesterol alto.

Entonces…. la insulina es la clave de la adicción a los dulces?

Sí. Ahora te explico por qué.

El consumo de Hidratos de carbono refinados (azúcares, bebidas gaseosas, galletitas dulces, golosinas, panificados, helados, postres) y harinas blancas producen un aumento repentino de la glucemia (azúcar en sangre) ya que sus azúcares se absorben con facilidad. Al llegar al torrente sanguíneo incentivan la excreción de insulina que el páncreas envía a la sangre para que ese azúcar que está aumentado pueda ser utilizado por las células. La llegada súbita del azúcar provoca que el nivel  de insulina también aumente en forma considerable. Como consecuencia, la disminución del azúcar en sangre también es rápida y nuevamente estamos frente a una hipoglucemia. Y esto hace que el cuerpo pida más hidratos de carbono, para volver a encontrar un equilibrio. Esta variación de la glucemia genera ansiedad y más adicción al azúcar.

Además, como ya dijimos, la insulina se encarga de almacenar la grasa en el cuerpo generando aumento de peso.

Por estos motivos es fundamental controlar la estimulación de insulina y así reduciremos la ansiedad y adicción por los alimentos dulces, así como el aumento de peso.

¿Cómo lo logramos? Realizando actividad física, reduciendo el estrés y eligiendo una alimentación saludable y adecuada. Con respecto a este último, se recomienda seleccionar alimentos de bajo índice glucémico.

Este índice es una medida de «cuanto sube el azúcar (glucosa) en sangre después de comer un determinado alimento». Un índice glucémico elevado hace que el páncreas segregue una cantidad excesiva de insulina con las consecuencias que esto tiene.

Entonces lo recomendable es seleccionar alimentos con bajo índice glucémico, ellos son: frutas, verduras, legumbres, semillas, harinas integrales, avena, arroz integral, granos enteros, productos lácteos, entre otros.  

Lo importante no es suprimir el consumo de los alimentos que estimulen la insulina, sino controlar su cantidad y su frecuencia de consumo, aumentando de apoco los otros alimentos. Un consejo: se pueden comenzar ingiriendo los alimentos de bajo índice glucémico, aunque sea en la noche.   

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Entonces podemos concluir que podemos reducir la adicción a los dulces controlando la liberación excesiva de insulina.

Azucar adictiva

Suelen haber personas que tienen un gran predominio por las comidas dulces. Orgánicamente se debe a que el azúcar permite la activación de neurotransmisores como la dopamina y la serotonina provocándonos así un estado de felicidad. La dopamina es un neurotransmisor que se encarga de la función motora del organismo y la serotonina es otro neurotransmisor que se encarga del control de las emociones, del estado de ánimo, de regular el apetito causando sensación de saciedad, etc.

El estado de bienestar que nos produce el azúcar nos induce, luego de consumirla, a recurrir nuevamente a ella y así se produce un ciclo en el que me siento desanimado, aburrido, angustiado, etc. y recurro a lo dulce para sentirme mejor. Al sentirme bien, más azúcar deseo. Por lo tanto, la azúcar procesada se considera altamente adictiva.
Las adicciones se caracterizan por un deseo incontrolable de consumir determinada sustancia; por la aparición de intoxicación en el organismo; por intentos fallidos en detener el consumo; por la tolerancia y la aparición de abstinencia cuando no se tiene acceso a la sustancia. Esta genera un intenso placer para quien la consume y puede producir calma o subida de ánimo. La dependencia aparece cuando buscamos consumir nuevamente azúcar, como consecuencia de un nivel bajo de glucosa en nuestro organismo.
El azúcar procesada se convierte en problema si la consumimos de modo excesivo ya que nos producirá ciertas dificultades como mayor nivel de ansiedad; nerviosismo; irritabilidad; dolor de cabeza y estomacal; pensamientos y/o antojos recurrentes acerca del consumo de alimentos dulces. Además, puede producir obesidad o aumento de peso, diabetes, enfermedades cardiovasculares, hipertensión y agravar trastornos mentales como depresión y ansiedad.

Quienes tienen una dieta alta en azúcar y dejan de consumirla en un corto periodo de tiempo, suelen mostrar síntomas similares a las personas adictas cuando se «limpian», es decir cuando dejan de consumir la sustancia adictiva. El retiro de azúcar puede causar dolor de cabeza, fatiga, irritabilidad, nerviosismo y depresión.

¿Qué hace que una persona consuma excesivamente azúcar, aun sabiendo que es perjudicial para su salud? Hay varios factores a tener en cuenta:

Factores ambientales: si la persona participa de eventos relacionados con el consumo excesivo de azúcar, puede adoptar ese estilo de consumo en su vida cotidiana.

Factores sociales: los medios de comunicación influyen significativamente en el consumidor porque sus imágenes son un atractivo visual que llevan a ingerir alimentos sobrecargados en azúcar.

Factores psicológicos: cuando se tiene la creencia de que ciertos alimentos se necesitan para sentir cierto grado de seguridad, alegría, buen humor o aceptación social, etc. La persona le atribuye a la sustancia un determinado significado.

Factores emocionales: relacionar determinado alimento con emociones agradables basándose en experiencias previas.

Para reemplazar el azúcar procesada se aconseja consumir frutas y verduras. Es importante consultar a un especialista en nutrición y en psicología en caso de requerir tratamiento.

¿Verdadero o Falso? 

EDULCORANTES

Los edulcorantes artificiales pueden producir cáncer

FALSO, el consumo de edulcorantes no es cancerígeno, es seguro.

Anteriormente se consideraba que el ciclamato de sodio y la sacarina causaban cáncer, sin embargo los estudios se hicieron en ratas con dosis más altas de las que consume un humano y por mecanismos que solo se presentan en las ratas, por lo que se reconsideró esta afirmación. Cada edulcorante tiene establecida su ingesta diaria aceptable, es decir, la cantidad máxima considerada segura para consumo diario durante toda la vida. Estas cantidades se establecen en función de los estudios de seguridad realizados y están fijadas, además, en un nivel 100 veces inferior a la mínima cantidad que puede causar problemas de salud. Es necesario recalcar que todos los edulcorantes pasan grandes controles de seguridad, siendo autorizados tanto por la Autoridad Europea de Seguridad Alimentaria (EFSA) como por la Food and Drug Admiinistration (FDA), realizándose rigurosísimos controles de seguridad debido al conocimiento de su metabolismo, en relación a las ingestas seguras, su toxicidad, así como la posible genotoxicidad o carcinogenicidad.

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Los edulcorantes no tienen calorías

VERDADERO,  los edulcorantes aprobados para consumo humano no tienen calorías con lo cual son útiles para pacientes con diabetes o tratamientos de descenso de peso.

Unas observaciones a tener en cuenta es que distintos estudios indican que el consumo de estos edulcorantes podría tener efectos negativos en la microbita intestinal y alterar de algún modo nuestras “bacterias buenas”, por otra parte también está en estudio el efecto que tienen en el estímulo de la insulina provocando el deseo por alimentos dulces, pero aún es necesario profundizar en la investigación de estos efectos para definir alteraciones en nuestro metabolismo.

Mientras se continúen realizando investigaciones por estos temas, se sugiere no abusar de los edulcorantes. No hay estudios que confirmen un daño a la salud cuando se consumen en cantidades sensatas. Y tampoco se pone en duda que son una herramienta fundamental a la hora de sustituir el azúcar.

Ante la duda, y asegurando la salud  consumir con moderación o mejor aún elegir lo natural.

¿Verdadero o Falso?

Azucares

El azúcar mascabo tienen menos calorías que el azúcar blanco

FALSO. Estos dos tipos de azucares aportan prácticamente las mismas calorías (100 gr de azúcar blanco 387kcal y 100gr azúcar mascabo 380 kcal). La diferencia entre ambas, es que la azúcar de mascabo es más natural, es decir no tiene ningún proceso de refinamiento, aportando una cantidad mínima de vitaminas y minerales (aunque esta cantidad es insignificante). El azúcar blanca es la más refinada de todas y no aporta ningún nutriente.

Es importante tener en cuenta que ambos tipos de azúcar pueden elevar la glucosa en sangre por eso no se recomienda su consumo en personas con diabetes ni obesidad, pero sí podes elegir… opta por el azúcar de mascabo que es más saludable.

La miel es más saludable que el azúcar

VERDADERO.  La diferencia entre estos alimentos es la proporción de azúcares: el azúcar es 100% sacarosa, es decir, es completamente un azúcar simple, la miel está compuesta por un 80% de azúcares simples y el resto de su contenido está representado por agua.

Por otra parte la miel,  además de tener un aporte calórico inferior, frecuentemente, se utiliza en menores cantidades que el azúcar, ya que su poder endulzante es superior con lo cual aún aportaría menos calorías.

 A su vez, el azúcar de mesa o sacarosa, como se denomina químicamente, sólo nos brinda calorías vacías, debido a que exceptuando los hidratos, su contenido en micronutrientes es muy escaso y no representa un aporte valioso para el organismo. En cambio, la miel aporta más micronutrientes entre ellos calcio, magnesio, potasio, fósforo, ácido fólico y vitamina C. Además de otras vitaminas del complejo B en escasas cantidades.

Asimismo, la miel resulta un buen antioxidante y tiene efecto expectorante, lo cual favorece el tratamiento de resfriados, tos u otras afecciones respiratorias.

Por todo lo antes dicho, queda claro que sustituir el azúcar por miel es un buen recurso dietético para colaborar con una alimentación más saludable y nutritiva (no es recomendable para descenso de peso ni personas diabéticas).

Mindfulness y Alimentación: La importancia de comer consciente

Mindfulness es una práctica Budista que trata acerca de crear habilidades para estar Presente en el momento. Se ha traducido al  español como Atención Plena.

Mindfulness ayuda a desarrollar su autoconsciencia emocional y mejorar el bienestar integral cuerpo-mente-espíritu.

La práctica de Mindfulness se ha aplicado también a la alimentación. Además de comer alimentos nutritivos, es importante ser consciente de la forma en la que comemos, con el fin de disfrutar los alimentos, estableciendo una conexión armónica con la comida y evitando las consecuencias de los excesos (sobrepeso, obesidad, enfermedades crónicas, etc).

Sabemos que con el transcurrir del tiempo, el comer comienza a depender más del contexto social y emocional que de la preferencia real y necesaria del cuerpo biológico, asociando el acto de comer con experiencias positivas o negativas de nuestra vida.

Las personas vivimos expuestos a una enorme cantidad de estímulos externos e internos y la mayoría de ellos nos llevan a comer sin hambre y sin que seamos del todo consciente de ellos.

Algunas muchas veces comen porque desean satisfacer otras necesidades que  la comida les ofrece instantáneamente: calmar el  estrés, provocar placer, acompañarnos si nos sentimos solos, alivio de la tensión o simplemente mejoría de su emoción negativa.

Otros comen de manera muy rápida, por la falta de tiempo y tragan la comida, evitando darle tiempo al cuerpo que le avise al cerebro que ya está satisfecho .

Otros confunden el hambre con  sensaciones físicas como por ejemplo la sed, algún dolor físico, el cansancio, el síndrome premenstrual, el reflejo de la salivación cuando estamos frente a algún alimento apetitoso, etc.

Estos malos hábitos generan  un descontrol alimenticio.

Para evitar estas situaciones y llegar a la práctica de una alimentación consiente sigue estás indicaciones:

  STOP!!!

  1. S: Ser consciente del alimento que tenemos enfrente y agradecer la oportunidad de tener comida, así como también valorar la presencia de otras personas si estás acompañado.
  2. T: Tomar una respiración. Nos anclamos en el momento presente mediante la respiración y sintonizamos con la sensación de hambre y/o saciedad antes de comer. ¿es realmente hambre lo que tengo? O es ganas de comer algo en especial? O es sed? O es cansancio? O es otra clase de necesidad? Haciendo respiraciones sentidas y profundas integramos nuestra mente con nuestro cuerpo y podemos diferenciar las sensaciones físicas del estrés emocional de las sensaciones físicas del hambre.
  3. O: Observar las opciones de alimentos y decidir qué comer. Apreciar todos los aspectos de los alimentos. Pregúntate: Realmente tengo ganas de comer este alimento? Se lo ve tentador? Esta es la comida que mi cuerpo está necesitando?
  4. P: Proceder al acto de comer. En este punto sigue estás recomendaciones: – Es importante servirse porciones pequeñas, para ello se puede servir la comida  en platos medianos o pequeños y así ayudando a evitar los excesos. – Llevarse a la boca pequeñas porciones de alimentos y masticarlos meticulosamente (formando una papilla dentro de la boca), saboreando y comiendo despacio para poder conectarnos con el nivel de satisfacción, es decir estar satisfechos sin excedernos. Las señales de saciedad del estomago al cerebro tardan entre 15 y 20 minutos. – Otra recomendación es comer con tu mano no dominante, hacer esto te volverá más consciente de lo que te llevas a la boca. – También podes dejar los cubiertos al lado del plato entre cada bocado. – A su vez es importante que no saltees comidas, esto evitará que llegues a la próxima comida con tanto hambre alterando las estrategias de decisión, sin poder controlar la velocidad con la que comes y la cantidad de comida que ingieres. Cuando el hambre intenso nos invade quedamos atrapados por las costumbres y se nubla la mente actuando de manera inconsciente.

Sin duda practicar un estado de Mindfulness te ayudará a disfrutar la comida, a controlar la cantidad de alimentos y a llevar adelante una vida plena y saludable. Anímate a probarlo!!!

Mindfulness: ¿por qué es necesario practicarlo?

Mindfulness o atención plena consiste en prestar atención de una manera especial. Este tipo de atención es intencional, en el momento presente y sin juzgar los pensamientos u otros estímulos del ambiente en el que se encuentra la persona. 

Para practicar mindfulness se requiere de ciertas actitudes:

– Aceptación. Aceptar la realidad, todo aquello que estamos observando o sintiendo en ese determinado momento.

Sin juzgar. No se realiza ningún tipo de juicio sobre aquello que se está observando o sintiendo.

Mente de principiante. Se caracteriza por la curiosidad y estar dispuestos a recibir (apertura mental) todo aquello que percibimos y experimentamos.

Vivir el presente. Centrarse en el momento presente significa que todo lo relacionado con el pasado y con el futuro se va desvaneciendo.

– Soltar. Es un término muy común de escuchar y se refiere a que no hay que aferrarse a las cosas o las experiencias.

– Actitud de amor. Presentar una actitud afectiva de bondad, de amor o cariño hacia lo que estamos observado.

-Compasión. Aparece cuando esa bondad amorosa que sentimos se dirige a personas que experimentan cualquier tipo de sufrimiento. La compasión se diferencia de la lástima.

– Autocompasión. Surge cuando esa bondad amorosa se dirige hacia nosotros mismos.

Mindfulness se puede emplear como una técnica para trabajar en terapia, o bien de manera más abarcativa, para realizar ciertos tratamientos. Para este caso, se lo utiliza en diferentes patologías como enfermedad coronaria, hipertensión, cáncer, dolor crónico, fibromialgia, diabetes tipo 1, asma, psoriasis, cefaleas, esclerosis multiple, adicciones, ansiedad, estrés, trastorno del estrés postraumático, depresión, trastorno obsesivo, trastorno de la alimentación, etc. Otra cualidad, no menos importante, es que se puede llevar a cabo en la vida diaria con el objetivo de tener un mayor bienestar y calidad de vida.

Según el objeto donde se dirige la atención tendremos mindfulness centrado en la respiración, en las sensaciones físicas, en cada uno de los cinco sentidos (vista, oído, gusto, olfato, tacto), en las sensaciones internas corporales (sexto sentido), en la actividad mental (pensamientos, imágenes mentales, emociones), en las relaciones (con nosotros mismos, con otros, con todo el universo).

Para que la autoobservación sea terapéutica, se requiere de ciertas condiciones como prestar atención a lo que ocurre en el presente; no comparar el estado actual con un estado ideal; no juzgar lo que observamos y aceptar la no permanencia de la experiencia.

Usar este tipo de técnica permite:

1 Estar más conectados con uno mismo, con los demás y con el mundo que nos rodea.

2 Presentar menor reactividad emocional y menor reacción frente a experiencias desagradables.

3 Identificarnos menos con los pensamientos («no soy lo que pienso»). 

4 Reconocer el cambio constante (pensamientos, emociones y sensaciones que surgen y luego desaparecen).

5 Obtener un mayor equilibrio. Sentir mayor calma, paz, mayor aceptación y compasión de nosotros mismos.

6 Lograr mayor tranquilidad y relajación.

7 Desarrollar habilidades naturales para resolver los conflictos.

Alerta: Pánico.

El pánico o trastorno de angustia consiste en una reacción intensa de miedo, que se desarrolla durante un tiempo acotado (de 5′ a 20′ aprox.) y se caracteriza por síntomas muy diversos. Los síntomas típicos son las palpitaciones, sudoración, temblores, inestabilidad, mareo o desmayo, sensación de ahogo, opresión en el pecho, sensación de atragantarse, náuseas o molestias abdominales y urgencia de huir de esa situación. También pueden aparecer ideación de catástrofe física o mental (morir, volverse loco), escalofríos o sofocaciones, sensación de entumecimiento u hormigueo (parestesias), sensación de irrealidad (desrealización), sensación de estar separado de uno mismo (despersonalización) y/o hiperactivación fisiológica transitoria (4 síntomas o más).

Este trastorno es uno de los más comunes en nuestra sociedad actual y la persona puede sufrirlo por diversas razones:

  • Por lo general se presta mayor atención y vigilancia hacia las sensaciones internas de del cuerpo, tanto somáticas como mentales.
  • Se malinterpretan las sensaciones corporales y mentales como indicativas de una catástrofe física, mental o social.
  • Aparecen creencias específicas sobre la peligrosidad de sensaciones fisiológicas y mentales.
  • Hay una malinterpretación catastrófica de las señales internas que eleva la intensidad de las sensaciones temidas.
  • Se reduce el pensamiento reflexivo. Esto lleva a la imposibilidad de generar interpretaciones más realistas sobre las sensaciones internas temidas.
  • Hay búsqueda constante de seguridad. Suelen aparecer conductas de evitación o conductas mal adaptativas como consecuencias de la malinterpretación de las sensaciones internas. La evitación y la conducta mal adaptativa de búsqueda de seguridad intensifican aún más la ansiedad y los síntomas de angustia.

Por lo tanto, los individuos con este trastorno suelen presentar cierta vulnerabilidad a la ansiedad y a la angustia. Estas emociones suelen presentarse con facilidad debido a las malas interpretaciones que realizan de las situaciones, potenciando aún más los síntomas y produciendo un incremento de esas emociones negativas. Esto se vuelve un circuito sin salida.

Para modificar esto se requiere de un profesional de la salud mental, psicólogo y/o psiquiatra, que permita la corrección de la atención selectiva y de los pensamientos catastróficos que presenta quien sufre de pánico. De esta manera la persona aprenderá a controlar (o regular) sus crisis de angustia.

¿Cómo incorporar frutas en los niños?

Ya conocimos los beneficios de las frutas, pero muchas veces como padres nos cuesta que nuestros hijos las incorporen de manera diaria y mucho menos que varíen la selección.

Te voy a dar algunas recomendaciones alimentarias para que los niños puedan incorporarla de a poquito hasta lograrla su consumo diario.

Primero debemos ofrecerlas solas (enteras o trozos) y realizar varios intentos espaciadas en el tiempo.

 En caso de que no sean aceptadas debemos ser creativos y presentarlas de manera atractivas y divertidas a la vista de los chicos. Al tener variedad de colores podemos presentarlas en forma de arcoíris, dibujar formas y caras o animales reales o ficticios. Podemos también cortar la fruta y que los chicos creen libremente.

Otra opción es incorporarlas disfrazadas, es decir en preparaciones:

  • Licuados: de frutas solas o combinadas (multifrutas), con leche o con agua. Si tienen hielo mucho mejor.
  • Jugos de frutas exprimidos (tomarlas enseguida de exprimirlas para no perder sus vitaminas).
  • Yogur: agregarlas en yogures solidos o bebibles, los cuales pueden tener cereales o frutos secos o lo más le gusta.
  • Postres: Mouses de frutas, gelatinas con frutas, panqueques rellenos con frutas (por ejemplo, con manzana o pure de banana, o ananá, entre otros), en tortas, en compotas, al horno, ralladas o en puré.
  • Bañadas en chocolates, en brochette o chupetín (por ejemplo, banana o durazno con dulce de leche).
  • Helados de frutas: son licuados de frutas congeladas en moldes para helados o en las cubeteras de hielo con un palillo. Para que queden más ricas pueden hacerse con crema (sobre todo al principio).
  • Frutas con crema, o con helado (ocasionalmente)

Si fueron aceptadas podemos probar con ensaladas de frutas. Esta preparación permite que la combinación de sabores sea más atractiva y que pasen desapercibidas las que no le gustan (ellas pueden estar cortadas bien chiquitas).

También podemos combinarlas con otros alimentos y agregarlos a platos tradicionales o no tanto, variando su textura. Por ejemplo, podemos añadir frutas cortadas en ensaladas de verduras o en puré con platos de carnes (ejemplo cerdo con ciruelas, pollo a la naranja, lomo con puré de manzana)

Las frutas pueden consumirse en cualquier horario del día: en el desayuno, en la  merienda, como colación, como postre o en momento que quiera.  

Es importante que logres el consumo diario y variado de las frutas en la alimentación de los niños para garantizar el aporte de todas sus propiedades y aprovechar sus beneficios.       

«Mi hijo no come frutas»

Las frutas suelen ser los alimentos que consideramos sanos para una adecuada alimentación por eso preferimos incorporarlas en nuestra lista de compras, pero al momento de consumirlas, ocurren algunos inconvenientes como los que expresan algunos padres «sabemos que hacen bien, pero ellos prefieren galletitas»; «no sé cómo hacer para que coma»; «compro frutas… pero no les gusta»; «en casa nadie las come y las termino tirando a la basura», etc.

Si a pesar de esto no desististe y consideras que es importante el consumo de frutas para una alimentación adecuada; si sigue vivo tu deseo de que tu hijo las pueda incorporar en su dieta, es probable que pueda ayudarte este artículo.

Para saber cómo actuamos necesitamos reflexionar sobre nuestras acciones y comentarios, por eso a continuación cito algunas preguntas que pueden ayudarte y/o guiarte en tu proceder. Esta puede ser una manera de llegar a tu objetivo de que tu hijo coma frutas.

  • ¿Qué cosas suelo comprar en el super?
  • ¿Cuántas veces en la semana voy a la verdulería?
  • ¿Qué otra opción tengo, además de la fruta, que sea atractivo para mi hijo/a?
  • ¿Suelo comer frutas?, ¿qué fruta/s puedo incorporar? Esto es fundamental ya que como padres somos su ejemplo.
  • Las frutas ¿están al alcance del niño? Si no están en un lugar visible y accesible, es probable que elijan otra cosa.
  • Ofrecer frutas como primera opción cuando dice «tengo hambre». Ofrecer las frutas sin rendirnos, aunque siempre digan que «no quieren» seguir ofreciéndola en todo momento del día.
  • Jugar y experimentar las frutas a traves de los sentidos: ¿qué olor tiene?, ¿cuál es su sabor?, ¿qué textura tiene?
  • Ir a la verdulería juntos dando la posibilidad de que el niño pueda elegir la fruta que más le llame la atención.
  • Alimentarnos sanamente no significa hacerlo de un modo aburrido. Se puede jugar a cocinar una ensalada de frutas para compartir en familia, a quién come más rápido esa fruta, a comerla más lento, etc. Usar la creatividad es muy positivo en estos casos.

Los adultos somos responsables de la alimentación que elegimos, decidimos sobre la calidad de lo que consumimos, pero los niños pueden elegir la cantidad de eso que le ofrecemos. Depende de nosotros que ellos puedan modificar su conducta y optar por alimentos más sanos.